(Imagen por ba1969 - Color por Germán Castaño) |
Entre las ocupaciones de los padres y las actividades de los hijos, el carro se ha convertido en un lugar de reunión familiar.Si retomamos la teoría de que el ejemplo es la mejor forma de educar a nuestros hijos, que durante sus primeros años los niños son “una esponja” que absorbe todo lo que observan y escuchan, que ven en sus padres a los héroes y referentes para su comportamiento futuro y si aceptan mi tesis de que en el carro es donde gran parte del tiempo pasamos juntos, entonces estaremos de acuerdo en que éste se convirtió en un lugar importante para educar a nuestros hijos.
Para ilustrar mi punto de vista, les pido que analicen la “clase” que, generalmente, le damos a nuestros hijos cuando vamos dentro del carro, bien sea a la salida del colegio, el fin de semana cuando salimos a visitar familiares, a pasear, a un centro comercial o a algún otro sitio; ahí suceden cosas como estas:
- Sostenemos discusiones de pareja.
- Criticamos o hablamos mal de nuestros jefes, compañeros, amigos o vecinos.
- Hablamos por celular o, peor aún, chateamos o escribimos correos mientras conducimos.
- Sintonizamos una emisora cuyo contenido o temática no es apta para menores.
- Aceleramos cuando el semáforo está en amarillo o lo pasamos en rojo justificando nuestro actuar en que no hay flujo vehicular o que es muy inseguro quedarse ahí.
- Agredimos con groserías o, en el mejor de los casos, con el pito, al conductor o peatón que realizó una maniobra peligrosa.
- No priorizamos el paso de los peatones.
Teniendo en cuenta lo anterior, me permito hacerles la invitación para que, a partir de ahora, convirtamos nuestro vehículo en el aula ideal y para que cada trayecto sea una clase magistral de serenidad, respeto, civismo y solidaridad, para nuestros hijos. Estoy seguro de que así lograremos rescatar esos valores que tanto añoramos y le entregaremos a nuestra sociedad, que tanto lo necesita, ciudadanos y personas ejemplares.