23 de julio de 2014

¿Son los límites los culpables de “apagar el espíritu" de nuestros hijos?

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(Foto por DAVIDKNOX)
Esta era la creencia de un par de padres citados en el libro llamado “Límites”, de autoría de los Doctores Henry Cloud y John Townsend quienes, a través de este texto, nos ayudan a comprender la importancia y necesidad de poner límites con amor a nuestros hijos, y que ahora quiero compartirles desde mi experiencia personal.
La disciplina es un límite externo, concebido para perfeccionar límites internos en nuestros hijos. H. Cloud y J. Townsend
En gran medida entendía a estos padres porque, aunque tenía claro, tal como lo sostienen estos psicólogos, que la familia es el lugar donde Dios planta a los niños para que sean educados hasta estar preparados para el momento de dejar el hogar y enfrentarse a la vida como adultos, cada vez que le ponía un límite o le decía que NO a alguna de mis hijas de 3 y 5 años, emergía en mí un fuerte sentimiento de culpabilidad y me preguntaba si estaba haciendo bien las cosas o si, tal vez, estaba “apagando su espíritu”; pero me di cuenta de que no era así cuando aprendí a encontrar la medida y la forma correcta de poner estos límites.

"Disciplínalo ahora y solo así podrás sobrevivir la adolescencia", es el consejo de una madre prudente, a su amiga más jóven.
Lo primero, fue comprender que la disciplina tiene dos lados: uno preventivo, que incluye la instrucción y la proactividad y otro correctivo, que abarca el castigo y las consecuencias -estos dos últimos conceptos son sustancialmente distintos, ya que el castigo es definido como la sanción que se impone a quien ha cometido una falta, mientras que las consecuencias son la respuesta natural a nuestras acciones-. Para comprenderlo mejor, veamos este ejemplo: Mi hija de 5 años debe recoger sus juguetes al terminar de jugar, le diré que esto es necesario para mantener el orden y la limpieza en su habitación; esta es la forma preventiva. Si la niña no cumple con la instrucción, entonces le diré que como no recogió sus juguetes, no podrá utilizarlos por un tiempo determinado; esta será la manera correctiva.
Ahora bien, teniendo esto claro, debo decir que este libro me ayudó a entender porqué son necesarios los límites en los niños, la forma correcta de ponerlos y sus beneficios, los cuales describo a continuación:

1. Desarrollan Autoprotección: 

La familia debe conservar una estructura que le ayude al niño a aprender a decir que no, a decir la verdad y a mantener la distancia física, de tal manera que pueda aprender a protegerse por sí solo. Para esto, es importante escuchar las opiniones del niño (aunque en algunos casos sepamos de antemano que no las vamos a aceptar), sin que éstas, al ser contrarias a las nuestras, generen retraimiento o castigo de nuestra parte. Incluso, podemos escuchar sus argumentos y decidir sin son razonables, a tal punto que podamos cambiar de opinión o, de lo contrario, mantener firmes los límites. De esta manera, el niño entenderá que podrá estar en desacuerdo con las personas que ama sin perder su amor.

2. Ayudan a asumir la responsabilidad de las necesidades propias: 

Los límites crean individualidad y permiten estar en contacto con nuestras propias necesidades. Para lograr esto, el niño debe sentirse en libertad de expresar verbalmente sus necesidades, pedir algo que no nos agrada (aunque no se lo vayamos a dar) o, incluso, hablar de su ira cuando se sientan enojados. Otro aspecto a tener en cuenta es que el niño debe entender que es responsable de sí mismo y permitirle que, de acuerdo a su edad, asuma las consecuencias de su irresponsabilidad, como cuando olvida hacer su tarea y el día anterior, antes de irse a dormir, nos pide ayuda. El impulso como padres es el de ayudarlo; sin embargo, debemos permitir que experimente las consecuencias inherentes a su falta.

3. Ayudan a adquirir un sentido de control y decisión: 

Este punto lo describen claramente este par de sicólogos con el ejemplo de una joven que no quería ir al odontólogo, su padre simplemente no la obligó, por el contrario le permitió escoger entre obedecerle o tomar la opción que ella deseaba asumiendo la consecuencia de perderse una fiesta con sus amigas, de esta manera su hija pudo sentirse dueña de su vida y de sus decisiones.

4. Permiten aprender a diferir la gratificación de las metas: 

Esta habilidad permite que los niños aprendan a ponerse metas, a ahorrar para las cosas que quieren y a valorar lo que han decidido comprar o ganar con trabajo.

5. Enseñan a respetar los límites de los demás: 

Los niños necesitan aprender que el mundo no gira en torno a ellos y que las demás personas tienen gustos y necesidades diferentes a las suyas, esto les proporciona un sentido de responsabilidad propia.

A través de las sugerencias descritas por estos profesionales, se me ha hecho posible ir encontrando un equilibrio en la puesta en práctica de los límites en mi hogar, teniendo siempre en cuenta lo importante que es no retirarles a mis hijas mi afecto, mientras me mantengo firme en las consecuencias de su decisión de desobedecer. Como mamá de dos niñas en edad preescolar es mucho el camino que tengo por recorrer, pero desde la aplicación de estos consejos, he observado claramente el cambio que ha tenido la relación entre mis hijas y yo. Ahora tengo la tranquilidad de decidir que NO les permito hacer ciertas cosas sin pensar que con esto inhibo la expresión de sus deseos y necesidades. Es importante ser conscientes de que esto no nos sucede solo a nosotros y que contamos con recursos suficientes para acompañar a nuestros hijos en su crecimiento y desarrollo como seres humanos y en el nuestro, como padres. Por eso, si la aplicación de límites representa una dificultad en tu papel de padre o individuo, te invito a leer este o muchos otros libros que, al respecto, hay en el mercado.


Educadlos en la disciplina y en la corrección, como quiere el señor. Efesios 6,4

Por:
Adelina Escalante
Madre de 2 niñas
Miembro del consejo de padres del Colegio Teresiano de Envigado 

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